Sigo sin dar crédito. Peter Lim ha decidido autodestruir a un equipo que había logrado los objetivos y que había conseguido ser campeón 11 años después. La decisión de prescindir de Marcelino García Toral sin resultados de por medio es surrealista. No hay explicación alguna.

A tres días de visitar el Camp Nou y, sin apenas capacidad de reacción, no parece el mejor momento para quedarse sin el responsable de los últimos éxitos del Valencia. Marcelino había demostrado ser el inquilino idóneo para el banquillo che. Las formas, a través de un pseudocomunicado leído por el presidente, tampoco son las más afortunadas.

Se puede llegar a entender que Lim quiera tener mayor poder en fichajes pero lo que no se sostiene es que, si decides destituir al entrenador, traigas a uno sin experiencia alguna. Ahí está el verdadero error en el mensaje que transmites con esta decisión.

Se supone que Peter había aprendido de los errores. Que los capítulos de Gary Neville o Pako Ayestarán eran cosa del pasado. Nada más lejos de la realidad. El nuevo entrenador que, sorprendentemente, es de la cuerda Mendes llega sin haber entrenado a ningún club.

El único entrenador que ha llegado en la era VaLIMcia con cierto currículum, asterisco de Prandelli al margen, es el que mejor ha funcionado. Y no, no se trata de matar a Celades pero, a priori, es una decisión donde no impera la lógica y donde el riesgo es máximo.

Nunca se sabrá la verdadera intrahistoria de este culebrón. Lo que sí se pudo comprobar en el campo es que Marcelino nos llevó al lugar del que nunca deberíamos haber salido y en la grada que pocas veces un entrenador había generado tanto consenso.

Lo peor de todo es la sensación de volver a no tener un rumbo definido y de depender exclusivamente de un dueño que vive de espaldas a la realidad y al que no le afecta lo que pueda pensar el valencianismo.

Hace tres meses estábamos celebrando el título de la Copa del Rey y, sobre todo, que teníamos un equipo con mimbres para seguir dándonos alegrías y triunfos. Lo de ayer es un batacazo durísimo para la credibilidad del proyecto.

PD. En un mundo ideal sería Peter Lim el que saliera a dar explicaciones a la afición. Sí, suena demasiado utópico. Él prefiere dirigir a 15.000 kilómetros de distancia.

Publicado en SUPERDEPORTE el 12 de septiembre de 2019