Resulta poético que Javi Guerra luzca el dorsal 8 estando Rubén Baraja en el banquillo. La mayor esperanza que tenemos entrenada y moldeada por el mejor candidato posible. Para quien suscribe, el Pipo, eterno 8 valencianista, fue un ídolo de la infancia y, para cualquier valencianista, uno de los mejores centrocampistas de la historia del Valencia.

Recuerdo la primera vez que vi jugar a Javi Guerra. En un Espanyol B contra el Valencia Mestalla. En ese partido, Javi, además de marcar un golazo, brilló con luz propia. Algunos, por qué no decirlo, nos echábamos las manos a la cabeza por el hecho de que hubo un momento de la 22/23 que jugadores como Yunus Musah e Ilaix Moriba acumulaban oportunidades desperdiciadas mientras el canterano che pedía a gritos una sola.

Su principio de temporada no es sino la constatación que el nivel que mostró la temporada pasada no fue algo casual. Debutó en Liga en la jornada 29, en la jornada 31 marcó uno de los goles más celebrados por el valencianismo en los últimos tiempos y desde la jornada 33 nadie pudo sacarle del once inicial. Casi nada como carta de presentación en la élite.

Con apenas cinco jornadas disputadas de la Liga 23/24, podríamos concluir que Javi Guerra sigue siendo el mismo que derribó la puerta del primer equipo y, además, con cada vez más galones. Mestalla observa con expectación cuando el de Gilet recibe el balón porque el aficionado valencianista ya sabe que estamos ante un jugador especial. Uno de esos jugadores que con una conducción te devuelve el valor doble de la entrada. Y, sí, ojalá de la mano de Baraja sea capaz de sumar más registros. No puede tener mejor profesor para conseguir incrementar sus cifras goleadoras.

Su estado de forma actual, el potencial que se le adivina y su carnet de identidad, apenas 20 años, le hacen ser un candidato real para estar en las próximas listas de la Selección Española. La Eurocopa 2024, de seguir así, no tiene que resultar una utopía.

Y sí, todos los valencianistas tenemos el mismo temor: verle triunfar con otra camiseta, lejos de Valencia.

Ojalá alguien consiguiese hacer ver a Peter Lim que la mayor forma de ganar dinero con este tipo de jugadores es precisamente manteniéndolos en plantilla. Con jugadores como él, es más fácil generar un sentimiento de pertenencia y, sobre todo, lograr los objetivos. Los objetivos que marca la historia de la entidad y no a los que nos han llevado desde Singapur.

Hay que disfrutar de Javi Guerra, confiar que el dorsal 8 che no cambie de nombre durante mucho tiempo y que, con ello, podamos estar ante otro caso como el de Gayà.

Es decir, un futbolista cuya mayor ilusión sea coleccionar momentos vistiendo la blanquinegra y haciendo vibrar a Mestalla.