Lo admito. Las derrotas de Rafa Nadal en Grand Slam conforme pasan los años duelen cada vez más. Sobre todo, cuando las lesiones juegan un papel tan protagonista en su afán por ser el mejor de la historia del deporte de la raqueta.

Sólo en los últimos meses, la costilla, el pie, el abdominal y, ahora, la cadera le han causado estragos. Las molestias físicas no le dan tregua al de Manacor y, lo peor de todo, es el hastío que le provoca. Son demasiadas las ocasiones donde el físico le ha impedido engrosar más su palmarés. Con su derrota ante McDonald se esfuma el sueño de revalidar el título del Open de Australia y sumar el Grand Slam 23.

Probablemente, a nivel tenístico no estaba todavía a aquel al que nos ha malacostumbrado pero era una cuestión de sumar horas en pista con los consiguientes automatismos que ello conlleva para verle recuperar ese aura ganador. Ahora, sólo cabe esperar que este contratiempo no le aleje demasiado tiempo de las pistas.

Todavía no sabemos el alcance de esta nueva lesión pero lo que sí tenemos claro es que lo volverá a intentar. Volverá a luchar por ganar y por seguir dándose oportunidades para ser considerado el mejor.

Rendirse no es una opción para él. Al final la carrera de Rafa Nadal se resume así. Una lucha constante contra la adversidad y una muestra de fortaleza mental demasiado por encima de la media que le han llevado a intentarlo, siempre, una vez más.

Ojalá una vez superada esta lesión, podamos dejar de conjugar dicha palabra en presente.

Los últimos compases de la historia de una leyenda irrepetible no merecen verse empañados así.

Ánimo, Rafa. Vuelve pronto.