El 18 de marzo de 2019 será una fecha inolvidable para todos aquellos que sienten el Valencianismo. Ayer el Valencia Club de Fútbol cumplió 100 años. Un sentimiento inexplicable que ya suma un siglo desde su fundación en el Bar Torino el año 1919.

Ser del Valencia es acordarse de la primera vez en Mestalla. En mi caso, un Valencia-Deportivo en la temporada 2003/04. Del primer título conquistado. De Puchades jurando amor eterno al escudo. De Kempes y el honor de ser considerado el mejor de la historia del club. Del descenso del 86 y el ascenso al año siguiente. De Mitjatovic y una herida incurable. De Fernando Gómez y un récord de 554 partidos oficiales. De Piojo y sus carreras. De Mendieta y su gol increíble en La Cartuja. De las lágrimas de Cañizares en Milán. De Baraja levantando los brazos contra el Espanyol. De Ayala pidiendo calma en La Rosaleda. De Jaume Ortí y su peluca. De Rafa Benítez y sus rotaciones. De Albelda y el brazalete. De Carboni y su demostración que la edad es sólo un número. De la magia de Aimar. De Vicente mostrando el camino hacia el Doblete. De Españeta siendo el más ovacionado cada Trofeo Naranja. De los goles de Villa. De Silva asaltando Stamford Bridge. De Mata y su eliminatoria de Copa contra el Barça, antesala del último título. De Rodrigo logrando una remontada imposible contra el Getafe. De Guedes haciéndonos seguir soñando con volver a levantar un trofeo europeo. Y, a buen seguro de muchas cosas más.

También es tener la piel de gallina cada vez que estás en Mestalla. Con ese cosquilleo como si siempre fuera la primera vez. Es celebrar cada gol como si fuera el último. Es ilusionarse ante cualquier mínima excusa. Ser del Valencia es, sobre todo, caer para levantarse porque el murciélago siempre vuelve a volar. Siempre.

La fidelidad hacia los colores blanquinegros es algo que va de generación en generación. Reconozco que es especial ser valencianista pese a no haber nacido en Valencia ni haber vivido nunca en dicha ciudad. Ser de un equipo que gana por defecto es el camino fácil. Los triunfos se viven y celebran mucho más si optas por un camino a priori con más obstáculos porque para cualquier valencianista su club es el más grande.

El Valencia o lo sientes o no lo sientes. Si te lo han de explicar es porque no lo sientes.

A veces blanco, a veces negro. Siempre blanquinegro.

Felicidades, Valencia CF. Por otros 100 años más. ¡Amunt!

Publicado en SUPERDEPORTE el 19 de marzo de 2019